REFLEXIÓN "LOS LAICOS"

Origen de los laicos. Inicialmente en la Iglesia no existía el concepto de “laico”. En el Nuevo Testamento se habla de discípulos, de cristianos, de fieles o de creyentes, de elegidos, de santos, etc. Se resalta así lo comunitario y la dignidad común de todos. Esto no quita para que desde los comienzos haya discípulos que tienen funciones ministeriales importantes (apóstoles, profetas, maestros, doctores).

La diferencia comienza a establecerse cuando se acentúa el papel y la significación de los ministerios sobre la condición de cristianos.
Pero originalmente no fue así: el cristiano sigue siendo un discípulo de Jesús,
y el ministro en la Iglesia tiene una clara conciencia de que no es un grupo aparte de los cristianos, sino que participa de la común dignidad cristiana,
aunque tiene unas funciones específicas propias: las de su ministerio.

Todos son cristianos, pero no todos son ministros.
Entonces surge una problemática teológica: ¿cómo designar a los cristianos que no son ministros? ¿Cómo distinguir entre los ministros
y los que son cristianos sin más especificaciones ulteriores? Para responder a esta problemática se echa mano del concepto de laico.
El término laico tiene un uso pre-cristiano. En la cultura romana se utilizaba para designar a los miembros del pueblo llano,
a los que pertenecían al “pueblo”. Laico es un miembro del pueblo
(el no dirigente). Este uso del término laico determina su utilización en el cristianismo para designar a los no ministros.

Hasta el Vaticano II la repuesta usual para definir a los laicos era siempre la misma: un laico es el que no es sacerdote ni religioso.
Es decir, se definía al laico no por lo que era, sino por lo que no era.
El Concilio, superando interpretaciones precedentes y prevalentemente negativas, abrió una visión positiva de los laicos: afirmó la plena pertenencia de los laicos a la Iglesia.
Los laicos se conciben como los fieles que, en cuanto incorporados a Cristo por el bautismo, pertenecen al pueblo de Dios y son partícipes del oficio sacerdotal, profético y real de Cristo.

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